martes, 16 de agosto de 2011

Inflación y desempleo en Colombia: Trade off?


Gráfico 1. Inflación y tasa de desempleo en Colombia: 1984-2008

Gráfico 2. Descomposición de la tasa de desempleo y NAIRU

lunes, 8 de agosto de 2011

Lunes negro

Gráfico 1. Comportamiento del mercado de valores en USA



DJI: Dow Jones Industrial Average
INX: NASDAQ Composite
IXIC: S&P 500





jueves, 21 de julio de 2011

Y ahora, ¿qué hacemos?

Gráfico 1. Proyección de ingresos por cotizaciones y pago de pensiones

El gráfico 1 es la representación de una realidad crítica y, sin duda, una de las más evadidas en los círculos de opinión en Colombia.
Dicho gráfico muestra las proyecciones del Departamento Nacional de Planeación (DNP) para los ingresos esperados por cotizaciones y los pagos esperados por concepto de pensión. Para el año 2010, se hace más que evidente la existencia de una brecha entre los ingresos y los gastos del sistema pensional en Colombia. No obstante, a partir de este año, las proyecciones sugieren una ampliación de la brecha. A raíz de ésto, surge una pregunta apenas lógica: ¿Por qué el déficit?
En cursos de política fiscal se enseña algo llamado la equivalencia ricardiana. Esta teoría argumenta que el déficit fiscal no afecta el nivel de producto de la economía debido a que el único medio de financiación del gasto público, son los impuestos. De la misma forma, el déficit pensional sólo puede ser financiado por más ingresos; esto es, ampliar la base (aumentar los años de cotización) o aumentar la tasa de aporte. En la equivalencia ricardiana, el tipo impositivo medio (el impuesto medio que se cobra) se mantiene constante suponiendo un ciclo económico estable y equilibrio fiscal (impuestos=gasto público). Sin embargo, la aplicación de equivalencia ricardiana no tiene en cuenta algo: en Colombia no se supo (o no se sabe) cómo administrar la plata.
El déficit pensional es causa de los contratos descentralizados sin fuente clara de financiación. los incumplimientos en los pagos, las mayores obligaciones que impuso la ley 100, los cambios en la pirámide poblacional y los grandes regímenes especiales. Ésto, bajo el supuesto de honestidad absoluta de los funcionarios públicos; esto es, los ingresos, en su totalidad, se usaron para financiar el gasto.
De esta manera, la única foma de financiar el déficit pensional es con más ingresos. A pesar de ello, los recursos del FONPET (Fondo de Pensiones de las Entidades Territoriales) no han sido suficientes. Así, la posibilidad de una reforma pensional apuntaría a un aumento de la edad de jubilación o un aumento en la tasa de aporte al sistema. 
Y ahora, ¿qué hacemos? La respuesta es esperar. Tarde o temprano el GNC se verá obligado a reformar el sistema pensional en procura de algo de estabilidad.
Es claro que no es una política ideal, pero los errores del pasado cuestan. Y, lo más claro, es que existe un horizonte y una restricción intertemporal; es decir, seremos los jóvenes de hoy los encargados de asumir el costo de una pésima administración de los recursos en el pasado.

PD: 1. La posibilidad de una reforma pensional fue planteada en una versión preliminar del plan de desarrollo 2010-2014, pero por presiones de la opinión pública, el DNP y el GNC lo eliminaron en la versión definitiva.
2. A continuación, un gráfico que muestra el cambio en la pirámide poblacional colombiana (el envejecimiento de la población es un grave problema para la estabilidad del sistema pensional).

Gráfico 2. Distribución relativa de la población por edades en Colombia

jueves, 14 de julio de 2011

La economía de mercado: una fabulilla

Traducido y adaptado de Robert Heilbroner, The Making of Economic Society (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1962), págs. 14-16.

La organización de la sociedad en mercados es una organización que, en forma realmente sorprendente, le permite a la sociedad asegurar su aprovisionamiento de bienes y servicios, apelando en un mínimo a la tradición o al autoritarismo.

Como vivimos en una sociedad regida por mercados, somos propensos a tener como cosa normal la naturaleza misteriosa – de hecho, casi paradójica – de la solución de mercado al problema básico de toda economía: qué producir, cuanto producir y para quien producir. Pero supongamos por un momento que pudiéramos actuar como asesores económicos de una sociedad que no ha decidido aún que sistema de organización económica va a adoptar. Supongamos, por ejemplo, que somos llamados como consultores a uno de los nuevos países que están surgiendo en África.

Podemos imaginarnos a los dirigentes de ese país diciendo, “Siempre hemos tenido un modo de vida muy ligado a la tradición. Nuestros hombres se dedican a la caza y al cultivo de los campos y cumplen con sus tareas tal como se les enseñó desde pequeños, con la fuerza del ejemplo y las instrucciones de sus mayores. Algo sabemos también de lo que se puede hacer teniendo una autoridad que determina todo lo que se hace en nuestra economía. De ser necesario, estamos listos para firmar un decreto que obligue a muchos de nuestros hombres a trabajar en proyectos comunitarios que fomenten nuestro desarrollo nacional. Dígannos, ¿hay alguna otra forma en que podemos organizar nuestra sociedad de manera que funcione exitosamente – o, mejor aun, más exitosamente?”

Supongan que nosotros respondemos, "Sí, hay otra forma. Organicen su sociedad como una economía de mercado".

"Muy bien", responden los dirigentes. "¿Qué le decimos a la gente que debe hacer? ¿Cómo los asignamos a sus distintas tareas?"

"Ese es el meollo del asunto", responderíamos nosotros.

"En una economía de mercado a nadie se le ordena que haga una tarea. La idea de fondo de una economía de mercado es que a cada persona se le permite decidir por si misma qué hacer".

Cunde entonces la consternación entre los dirigentes. "¿Quieren ustedes decir que no se asignan unos hombres a la minería y otros a la ganadería? ¿No hay forma de seleccionar algunos para que desempeñen labores de transporte y otros para tejer telas? ¿Ustedes proponen que permitamos que la gente decida esto por sí misma? ¿Pero, qué ocurre si no deciden correctamente? ¿Qué ocurre si no aparecen voluntarios para ir a las minas, o si nadie se ofrece como ingeniero de ferrocarriles?"

"Pueden ustedes estar tranquilos", les decimos a los dirigentes. "Nada de esoocurrirá. En una economía de mercado todos los puestos de trabajo serán ocupados porque será ventajoso y conveniente para la gente llenar esas vacantes".

Nuestros interlocutores aceptan esto con miradas de incredulidad. “Miren”, dice finalmente uno de ellos, "supongamos que aceptamos su consejo y permitimos que la gente haga lo que le plazca. Ahora hablemos de algo importante, digamos la producción de telas. ¿Cómo exactamente determinamos la cantidad correcta de producción de telas en esta ‘economía de mercado’ de ustedes?"

"Ustedes no la determinan", respondemos.

"No?!! Entonces, ¿cómo sabremos si se produce suficiente tela?"

"Habrá suficiente tela", le replicamos. "El mercado se encarga de eso".

"Entonces, ¿cómo sabremos que no se producirá demasiada tela?", pregunta con aire triunfal.

"Ah, pero es que el mercado se encargará de eso también".

"Pero, ¿qué es este mercado que hará todas estas cosas maravillosas? ¿Quién lo maneja?"

"Ah, nadie maneja el mercado", respondemos. "Se maneja por sí solo. De hecho,‘el mercado’ no existe como tal. Es simplemente una palabra que usamos para describir la forma en que la gente se comporta".

"Pero creía que la gente se comportaba como quisiera!!".

"Y, en verdad, así es", contestamos. "Pero no teman. La gente querrá comportarse de la manera como ustedes desean que se comporte".

"Mucho me temo", remata el jefe de la delegación, "que estamos perdiendo el tiempo. Creímos que ustedes estaban pensando en una propuesta seria. Pero lo que ustedes sugieren es una locura. Es inconcebible. Buen día, señores." Y con gran dignidad la delegación se pone de pie y sale del recinto.


El costo de la crisis ha sido excesivo...

Estimación de costos de estabilización financiera y crecimiento de la deuda pública como % del PIB.

Deuda pública en las economías avanzadas


Deuda pública en las economías emergentes

Fuente: FMI

viernes, 1 de julio de 2011

Lo que "es" pero no es

Hoy, de pura casualidad, encontré el plegable publicitario de un fondo de empleados que informaba a sus afiliados sobre las nuevas tasas de interés que cobrarían de acuerdo a la modalidad de crédito.
La información era la siguiente:


En la tabla anterior se muestra, en la primera columna, la modalidad del crédito, seguida del monto máximo del préstamo en unidades de SMLMV, el plazo del crédito en meses, la tasa Efectiva Anual y, en la última columna, la tasa Efectiva Mensual.
Precisamente, es esta última columna la que causa curiosidad. Según esta información, la tasa Efectiva Mensual es el resultado de dividir, por 12 (meses), la tasa Efectiva Anual pactada.
Una de las cosas que se enseñan en matemáticas financieras es que las tasas efectivas no se dividen. Siguiendo a Vélez-Pareja, "a diferencia de las tasas nominales, las tasas efectivas no se fraccionan (no se dividen por el número de períodos) ni se pueden obtener por la multiplicación de la tasa periódica por el número de períodos. La tasa de interés efectiva es el resultado de obtener la acumulación real o virtual de los intereses periódicos".
Según esto, la forma de cálculo de la tasa efectiva mensual en el fondo de empleados(sobre la que se liquidan los intereses que se pagan) es incorrecta. El cálculo de una tasa efectiva mensual a partir de una tasa efectiva anual se realiza a partir de la ecuación de la tasa efectiva y, después de algunas operaciones algebraicas, queda así:

Tasa Efectiva Mensual = ((1+ Tasa Efectiva Anual)^(1/12))-1

Los cálculos de la tasa efectiva mensual, a partir de la ecuación anterior, se muestran a continuación:


La última columna, titulada diferencial, muestra la diferencia en puntos porcentuales entre la tasa efectiva mensual sobre la cual el fondo de empleados liquida los intereses y la tasa efectiva mensual sobre la cual debería liquidarlos.
La diferencia es positiva. Esto quiere decir que, bajo la hipótesis de que la tasa de interés es la variable que determina el costo de un crédito, el fondo de empleados cobra más intereses a sus usuarios de los que debería cobrar de acuerdo a las tasas efectivas anuales que ofrece.
¿Errores conceptuales?, ¿errores de digitación?, ¿información errónea?

PD: Esta entrada va dedicada, con todo el cariño del mundo, a la persona que más admiro y quiero en la vida: mi mamá, quien un día dijo "hijo, los bancos nunca se equivocan".





miércoles, 29 de junio de 2011

Ineficacia de las CAR

Estos gráficos son extraídos del documento "Reformas fiscales verdes y la hipótesis del doble dividendo: un ejercicio aplicado a la economía colombiana" de Andrés Sánchez. El documento propone una disminución en la carga impositiva del mercado laboral financiada por recursos fiscales derivados de ingresos ambientales. En la consecución de dichos recursos, las CAR juegan un papel importante como autoridades ambientales regionales, en la medida en que las rentas propias generadas por éstas contribuirían a financiar la disminución de algunos costos laborales en el país. Así mismo, el documento evalúa (de forma muy simple) los efectos de la inversión de los recursos de las CAR sobre el cumplimiento de su objetivo. Los resultados sugieren algún grado de ineficacia en la labor desempeñada por estas famosas entidades. PD: En el presente año, el presidente Juan Manuel Santos propuso eliminar las CAR y, luego de dos días, planteó una supuesta reestructuración y no una eliminación total.

Gráfico 1. Recursos de las CAR como porcentaje del PIB

Gráfico 2. Vertimientos industriales en Colombia y su proporción con respecto al PIB.







martes, 21 de junio de 2011

Sobre la imposibilidad de un gobierno de izquierda

Por Héctor Abad Faciolince

A mí me gusta la izquierda por el mismo motivo por el que me gusta el DIM: porque siempre pierden. El año en que el DIM quede cam­peón me pasaré temporalmente al Millonarios. Y si la izquierda estuviera en el poder, yo estaría en la oposición. El deber del crítico es vivir permanentemente en contra del poder, porque el poder es siempre de derecha, por mucho que se defina de izquierda. Nada tan derechista como los gobiernos de Stalin, Mao, Castro, Brezhnev, pues lo típico de la derecha es la opresión y todos estos dictadores oprimen u oprimieron con violencia, supuestamente desde la izquierda, pero con los típicos métodos inventados por la derecha.

De hecho los derechistas aman a los dictadores: Franco apreciaba a Castro (y viceversa). La derecha siempre añora un gobierno fuerte; rojo o azul no importa, pero fuerte. La verdadera izquierda prefiere un gobierno débil, un poder impotente, por decirlo así. Por eso la izquierda debe estar siempre en la disidencia, nunca en el poder. Cuando la izquierda accede al poder, se dere­chiza. Basta mirar al lado, Lula, o más cerquita, Lucho Garzón. De su pasado izquierdista queda un mazacote incomprensible. A Lula de izquierdista le queda la barba, y a Lucho, el cuello de tortuga.

Como la izquierda no es obediente, sino que vive en un proceso permanente de crítica; como la izquierda odia las jerarquías y no respeta a los ídolos de arriba; como para la izquierda es necesario cuestionar todo lo que dicen sus líderes, lo normal es que la izquierda viva dividida. Una izquierda unida es una contradicción en los términos. La sumisión, el respeto a los jefes, la obediencia, son virtudes de derecha. Por eso el Polo y Alternativa no se ponen de acuerdo ni en el nombre.

Yo apoyo de todo corazón, y con todo el cerebro, a ese candidato de izquierda que se llama Carlos Gaviria. Además de motivos personales (entrañable amistad, devoción por su cultura y su pasmosa inteligencia), lo apoyo por un motivo muy izquierdista: porque no va a ganar. Si fuera a ganar, empezaría a echarme pa' atrás. Creo que el gran Carlos, en el poder, sería muy infeliz; no podría seguir siendo lo que es: un gran intelectual. Tendría que empezar a calcular. Además, si Carlos Gaviria ganara las elecciones, su elección sería un desastre para el país. No se en­furezcan, izquierdistas, que me voy a explicar.

Me explico: soy derrotista porque creo que en el mundo globalizado de hoy es imposible un gobierno de verdadera izquierda. Para empezar, desde el mismo día en que Carlos Gaviria ganara las elecciones, los ricos locales sacarían la plata y los inversionistas extranjeros se llevarían el capital. El ejército se pondría en pie de lucha y, a menos que Carlos se rodeara de guardaespaldas cu­banos, acabarían matándolo antes de tiempo. O habría un golpe de Estado, apoyado por los gringos y con cualquier pretexto. Los paracos volverían al monte y a los barrios. Toda la burguesía empezaría a gritar que ahí viene el lobo feroz disfrazado de Papá Noel.

Pero lo único que nos puede salvar de la arrogancia de este gobierno de derecha (y del nuevo gobierno de derecha que vendrá), es que la izquierda saque una votación enorme y quede con una buena representación en el Congreso. Una oposición sólida que le baje los humos a Uribe. El gobierno menos malo, en las condiciones del mundo actual, es un gobierno de derecha (todo gobierno lo es, y más si su origen es derechista) con un fuerte control opositor a la izquierda, que consiga reformas y modere la voracidad de los plutócratas. Es conveniente que haya una izquierda fuerte que sirva de contrapeso a la arrogancia de la derecha en el poder. Es el escenario menos malo. Antonio Navarro, con toda la simpatía que despierta su viveza, con su pata de palo y su mandíbula destrozada por un atentado paraes­tatal, me gusta menos que Carlos Gaviria por varios motivos. Primero, porque fue guerrillero (secuestró, participó en tomas y ataques, sus amigos recibieron plata de los narcos); segundo, porque cada vez es menos de izquierda, y eso está demostrado porque la derecha no le teme (y en cambio a Gaviria sí, que ha sido siempre pacífico y liberal); y tercero, porque vive ha­ciendo concesiones, pues como buen político que es, se acomoda mucho más.

Dirán que Chávez es el contraejemplo perfecto de un gobierno de izquierda en el mundo de hoy. Pero Chávez tiene la chequera infinita del petróleo, un burladero seguro para la huida del capital. Y además, ¿les parecen de izquierda las leyes contra la prensa, los ministros y funcionarios militares, el tan venezolano aroma de la corrupción? Por favor. Yo invito a quienes se consideren de izquierda, de verdadera izquierda, a que apoyen a Carlos Gaviria. Desde Gerardo Molina, la iz­quierda en Colombia no había tenido un candidato tan serio y tan decente. Hay que apoyarlo hasta esa gran victoria que significará que saque muchos votos sin ganar. Lo mejor para el Uribe Dos que nos espera, será casi perder; y lo mejor para la izquierda, casi ganar.

Noviembre 28, 2005.

jueves, 9 de junio de 2011

En busca de una libreta

Esta semana fue trágica. La causa directa fue la elección de estos días para vivir el calvario de todos los mortales colombianos que cumplimos la mayoría de edad: legalizar la situación militar.

Después de muchos días de trámites y papeleos, por fin conseguí entrar a un pequeño recinto donde una sola empleada seleccionaba, por orden de llegada, a los elegidos para pasar a resolver su situación militar con el comandante del distrito.

Demoré aproximadamente 2 horas y media esperando escuchar mi nombre. Mientras tanto, quienes me acompañaban en la espera hacían de ésta una oportunidad para desahogar la impotencia frente a la situación. Había todo tipo de reclamos: unos estaban desde el día anterior esperando un turno, otros decían haber estado varias veces en recinto sin conseguir una respuesta, algunos afirmaban que allí habían perdido sus papeles y otros sólo se quejaban de la eficiencia del servicio.

Cuando por fin escuché mi apellido junto con una orden de pago de $2.000 por concepto de una carpeta, sentí que todo había terminado. Sólo faltaba la firma del comandante sobre mi expediente para la expedición de la orden de pago.

El recinto al que me refiero era relativamente pequeño. Tenía un aire acondicionado más o menos antiguo, un televisor CRT (de los “viejitos”) y la silletería estaba averiada. Así lucía todo el cuarto; como normalmente luce un establecimiento público. Era apenas lógico suponer que en su totalidad, el distrito luciría así. Pero después de escuchar mi apellido y entrar a la oficina del comandante, mi supuesto se vino al piso.

El primer indicio del incumplimiento de mi supuesto fue el cambio de temperatura. La oficina del comandante tenía un sistema de aire acondicionado de unidad dividida (tipo split). Pero bueno, después de pensarlo un poco más, quizás una oficina independiente debía tener un sistema independiente.

La oficina era de otro mundo. Parecía irreal que estuviese adentro de un recinto como ese. El comandante tenía a su disposición un televisor LCD, una mesa tallada en madera, un cuadro de una mujer desnuda que cubría casi la mitad de la pared, un computador portátil HP con pantalla táctil, un recipiente lleno de whisky (aparentemente), vasos, un reloj digital de mesa, varias figuras de porcelana, fotos con el presidente, un cielo raso en yeso con acabados manuales y varios celulares. Además, la oficina contaba con la presencia de una muchacha de unos 24 años, vestida con una blusa ajustada, una falda que llegaba hasta antes de las rodillas y unos tacones de unos pocos centímetros. Supuse que era la secretaria del capitán y que éste le debía $500, porque ella le pidió ese valor para comprar una aromática.

A pesar de mi sorpresa, no quería quedarme allí mucho tiempo. La espera había sido agotadora y sólo deseaba salir lo más rápido de ese lugar. Sin embargo, tuve que esperar a que el comandante resolviera algunos asuntos de orden público. Mencionaré los que considero más importantes. El primero fue que encendiera el televisor para la que yo suponía que era su secretaria y que encontrara el canal que ella deseaba. El segundo, y el más complicado, era coordinar la reserva de una habitación para un comandante amigo que venía a descrestar a su nueva novia con un viaje a la exótica Cartagena de Indias.

Luego de 30 minutos de espera en la oficina, el comandante procedió al cálculo del precio de mi libreta militar. La revisión de los documentos duró 1 minuto y la digitación en la calculadora unos 40 segundos. Después de 40 minutos en ese lugar, recobré mi libertad. En mi opinión, los trámites, el tiempo y la espera durante esta semana suman un alto precio por mi libertad militar. Aún no he querido ver la cara de opinión de mis papás cuando vean el papelito (al parecer de un banco) que representa mi libertad militar.

martes, 7 de junio de 2011

Libertad Dominical

Fue hace algún tiempo; más exactamente a mediados de 2006, cuando tenía 14 años. Adicional al típico desgano juvenil por asistir a misa, yo sufría de una inmensa curiosidad por la actitud de los demás frente a la asistencia a la iglesia. El resultado de mi curiosidad fue la negativa de asistir a misa de ahí en adelante hasta que sintiera que mi actitud fuese la adecuada.

Yo suponía que cada uno iba a vivir un momento de reflexión interior y de diálogo con Dios, con excepción de los niños que iban obligados por sus padres y de las señoras que hicieron de la capilla del barrio el mejor sitio para compartir los chismes de la semana.

Yo no tomaba en cuenta las misas incluidas en el horario escolar. Como todo colegio católico que se respete, incluía en su plan académico anual una hora semanal dedicada a la Eucaristía. De la misma forma, como en todo colegio católico que se respete, casi nadie tomaba en serio la misa; ni los alumnos, ni los profesores. La hora semanal de misa era la hora para “descansar los ojos”, recoger la plata del bingo/tómbola y para dar los avisos importantes (los de plata y reputación) del plantel aprovechando los minutos después de la comunión. Por esto, y más, esta clase de misa no podía incluirla en mi análisis: iban casi 150 tipos de 17 años promedio, con sueño acumulado de la noche anterior y, a veces, con un guayabo que no daba espera.

Sin embargo, excluyendo este tipo de misa, los niños y las señoras comunicadoras, aún encontraba actitudes extrañas en la gente que asistía.

Por un lado, estaban los jóvenes. Hablo de los que tenían entre 20 y 28 años. A simple vista uno diría que asisten a misa porque quieren. Son adultos, independientes y con una fe, por lo general, inculcada en familia. No tendría sentido que fuesen a misa por una razón diferente al encuentro periódico con Dios. Pero me equivoqué. Aún no sé porqué van, pero van, y no precisamente a ese diálogo. Para esa época, yo asistía a la iglesia de Manga con mi familia. Los veía entrar con su familia, novio (a) o amigos. En la misa, su actitud era similar a un animal en un zoológico. Parecían no encontrarse; miraban hacia arriba, bajaban la cabeza, buscaban compañeros de mirada a los lados, jugaban con sus manos, cuidaban al hermanito chiquito, o les sonaba el celular y contestaban en medio del desarrollo de la eucaristía. Hacían todo menos escuchar la misa que, aunque repetitiva, algo de enseñanza le traía a sus vidas. Yo no entendía por qué iban a desperdiciar una hora de su tiempo ahí; no me parecía lógico.

Por otra parte, estaban los padres. Unos tenían que lidiar con la desesperación de sus hijos por hablar, moverse y llorar. Otros batallaban con Morfeo, y otros hablaban del encuentro social previo a la misa en las afueras de la capilla. Yo no entendía (y no entiendo aún) por qué iban a gastar una hora en una misa que no aprovechaban pudiendo disfrutar ese tiempo en casa con su familia, por ejemplo.

A raíz de esta experiencia, mi curiosidad se hizo cada vez más grande. Todos los días cuestionaba aún más la disposición hipócrita de la gente ante la eucaristía. Me parecía un irrespeto hacia quienes sí aprovechaban la misa y hacia el sacerdote.

El problema era que yo era uno de esos hipócritas. Iba a misa sin saber ir a misa, a qué ir a misa y por qué ir a misa. Debo confesarlo: detesto a los hipócritas. Así, cada día veía más complicado pelear conmigo mismo. Ir a misa era ir en contra de lo que me disgustaba e ir en contra de mi mismo y, contrario a otros, a mí no me gusta pelear conmigo mismo. Por eso, decidí no ir más a misa hasta que considerara que mi actitud era la adecuada. Volvería ir a misa (salvo aquellos matrimonios familiares de los que nadie se salva) el día en que lograra aprender cómo ir a misa. Quizás pueda excusarme en la falta de ejemplos, y algunos dirán que mi día viene llegando, pero debo ser sincero: aún disfruto de esas horas libres los domingos.

domingo, 1 de mayo de 2011

El Carrusel de la Beatificación

La concepción sobre las decisiones políticas ha sido variante a lo largo del tiempo. Anteriormente, en la modelación de estas decicisiones, los académicos suponían que los políticos actuaban bajo la intención de lograr el máximo lucro o beneficio colectivo para la sociedad. Posteriormente, Nordhaus (1976) y MacRae (1977) se encargaron de ofrecer a consideración una hipótesis menos altruista: los políticos actúan como agentes individuales y tienen, como principal objetivo, la maximización de su beneficio individual.

A raíz de estas ideas, nace la teoría de los ciclos políticos. Esta teoría, en su expresión más simple, plantea la existencia de un mercado político en el que los consumidores se asemejan a los votantes y las empresas a los políticos. Según esto, los políticos usan los instrumentos de política económica para influir en las expectativas e incentivos de los votantes en los procesos electorales, buscando así el cumplimiento de su objetivo: la consecución de un cargo público y/o la permanencia en el poder.

Hoy, 1 de mayo de 2011, recordé esta teoría al leer sobre la beatificación de Karol Wojtyla (Juan Pablo II). En principio, la relación pareciera inexistente. Pero las apariencias engañan.

Una reciente investigación de Robert Barro, profesor de la Universidad de Harvard, sugiere que los procesos de beatificación y canonización han sido usados como instrumentos de política por parte de la iglesia católica y con mayor frecuencia, por parte de Juan Pablo II y Benedicto XVI, con el objetivo de mantener o conseguir nuevos seguidores.

En primera instancia, la tasa de beatificaciones y canonizaciones anual, por parte de estos dos pontífices, ha estado muy por encima de la media histórica. Además, el tiempo transcurrido desde la muerte de una persona hasta su beatificación y canonización, se ha venido reduciendo con el tiempo. Es decir, canonizar o beatificar a alguien, ha requerido menos tiempo a partir de su muerte.

Según Barro, los procesos de beatificación y canonización por parte de los dos últimos líderes de la iglesia católica sufren de una concentración espacial; esto es, Juan Pablo II y Benedicto XVI han nombrado beatos y santos estratégicamente en territorios donde la iglesia católica compite con iglesias evangélicas por el ‘mercado’ de fieles.



De acuerdo a esto, las decisiones de los mercados políticos se asemejan a las decisiones del mercado de fieles. En este último, la iglesia católica, similar a los políticos, figura como una empresa que busca maximizar sus beneficios mediante la consecución de la mayor cantidad posible de fieles (consumidores).

Es un planteamiento atrevido pero no irrespetuoso. Es un planteamiento polémico pero no infundamentado. Tenemos dos opciones: pensar al respecto o, como dijo Nelson Amaya: “Haré como los católicos, que la causalidad les importa un pepino, y le echaré la culpa del aguacero que está cayendo a la beatificación”


lunes, 25 de abril de 2011

The New Keynesian economics and the output-inflation trade-off


Mankiw, Ball, Romer et al, intentan dinamizar las explicaciones keynesianas de la economía interpretando, desde su escuela de pensamiento, los resultados de Lucas y las críticas a las teorías keynesianas.

Los neo-keynesianos intentan explicar los ciclos y fluctuaciones económicas en el corto plazo, a través de la rigidez de precios y salarios.

La idea base de la economía keynesiana es que las fluctuaciones de la producción surgen en gran medida a partir de las fluctuaciones de la demanda agregada nominal y que estos cambios en la demanda tienen efectos reales porque los salarios y precios nominales son rígidos en el corto plazo. En los 70’s y 80’s muchos se alejaron de la economía keynesiana y se adentraron en nuevos modelos con precios y salarios flexibles. Aun así, la economía keynesiana avanzó y encontró rigideces nominales en el corto plazo, donde los choques de demanda tienen efectos reales en la economía.

¿Cuál fue la crítica a Keynes? La evidencia empírica no contrastaba adecuadamente con las rigideces nominales.

Por ésto, Mankiw et al miden la relación entre la inflación promedio y el tamaño de los efectos reales de los shocks nominales por medio de la pendiente de la curva de Phillips de corto plazo.

En principio, los costos de menú y los argumentos keynesianos sobre la poca flexibilidad de los precios en el corto plazo parecen insuficientes (los argumentos de la economía keynesiana se basa en salarios de eficiencia, contratos a largo plazo, contratos con proveedores, etc.).

El asunto clave es que estos fenómenos implican rigideces de los salarios reales y los precios, mientras que la teoría keynesiana depende de las rigideces nominales en salarios y precios y las rigideces reales no son ningún impedimento para completar la flexibilidad de los precios nominales, ya que el ajuste completo de un shock nominal no requiere ningún cambio en los precios reales.

El trabajo de Mankiw et al muestra que no es costoso reducir las rigideces nominales en el escenario de competencia imperfecta.

En la primera sección de este paper los autores dan razones para fundamentar la rigidez de los precios y los salarios.

Una de ellas es que existen externalidades para el ajuste de los precios. Una recesión, por ejemplo, causada por una restricción monetaria, significaría para una empresa la reducción de la demanda de su producto y la disminución de ingresos operativos. La empresa podría volver a su curva de demanda disminuyendo el precio, y de igual forma, la economía volvería a un nivel estable si todas las empresas disminuyeran sus precios para atenuar la recesión. Sin embargo, las empresas creen individualmente que no pueden acabar con la recesión y no disminuirían su precio sin tener la certeza de que su competencia hará lo mismo. El resultado de esta externalidad es la continuación de la recesión y la continuidad de altos precios.

La segunda razón es la importancia de las rigideces reales; aunque las rigideces reales no son un impedimento para la flexibilidad nominal, Ball y Romer demuestran que un alto grado de rigidez real (respuesta de salarios y precios real ante cambios en la demanda real) aumenta las fricciones nominales.

Por último, los autores promueven la idea de que todos los precios y salarios no se ajustan al tiempo; es decir, los precios y salarios de una economía se ajustan individual y paulatinamente, de tal manera que el nivel general de precios varíe con lentitud ante cambios en la demanda.

domingo, 24 de abril de 2011

Del Barón D'Holbach

Aforismo de Paul Henri, barón D'Holbach
"Si volvemos a los inicios de las cosas, encontraremos siempre que el miedo y la ignorancia crearon los dioses; que la imaginación, el éxtasis y el engaño los embellecieron; que la debilidad los venera; que la costumbre los disemina; y que la tiranía los favorece, para beneficiarse de la ceguera de los hombres"

miércoles, 6 de abril de 2011

El argumento de la primera causa

Desde el inicio de la historia de la humanidad, uno de los enigmas que más ha intrigado al hombre, ha sido la creación del universo y el inicio de los tiempos.

Desde polos opuestos han llegado diversas teorías sobre la creación del universo y de la humanidad; por una parte, la ciencia ha buscado empíricamente una explicación racional a la creación y evolución de este mundo. La cosmología física ha hecho los principales aportes en este campo por medio de la teoría del big bang, el estudio de singularidades espacio-temporales y las pruebas de colisión de partículas que buscarían reafirmar los planteamientos teóricos. Por otro lado, la religión ha propuesto el creacionismo, como doctrinas que atribuyen la creación de todo lo existente a un ser superior y muy a pesar de las numerosas religiones que existen hoy en día, los planteamientos ideológicos de ellas coinciden en algo: el argumento de la primera causa o el argumento cosmológico.

El argumento de la primera causa plantea que todo cuanto vemos en este mundo tiene una causa, y que al ir profundizando en la cadena de las causas llegamos a una primera causa, y que a esa primera

causa le damos el nombre de Dios.

Rehilete (1967) de la cartagenera Cecilia Porras, en mi concepto, pretende representar ese argumento cosmológico de la creación del universo por parte de un Dios. Porras, se inició pintando escenas religiosas para satisfacer las creencias religiosas de su padre, y Rehilete confirma su intención de plasmar en lienzo, su verdad.

La pintura es en óleo, y muestra una silueta aparentemente humana con una especie de vara (rehilete) de la cual se desprende una policromía de rojo, verde y amarillo que simboliza el inicio de todo lo que hoy conocemos.

Por otro lado, desde el inicio de la religión y el auge del racionalismo, miles de escépticos han criticado el argumento de la primera causa considerándolo vacio y falto de bases lógicas que lo apoyen.

Por lo general, desde el nacimiento, el hombre nacido en un núcleo familiar o ambiente fundado en la fé de un Dios, acepta implícitamente el argumento de la primera causa.

Aún así, muchos de quienes lo aceptaron en sus primeros años ahora lo critican e invalidan. La pregunta ‘¿Quién lo hizo?’ no puede responderse, ya que casi inmediatamente nace la pregunta ‘¿Quién hizo a Dios?’.

La idea principal de los críticos es que si todo tiene una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, igual puede nacer el mundo sin una causa aparente, por lo que no hay validez aparente en el argumento de la primera causa.

Una primera aproximación a La creación de Sofía Urrutia, es la apariencia de un mundo aparte al nivel de Dios.

Esta pintura en acrílico sobre lienzo, da la impresión de que Dios no fuera solo un creador, sino también un creado. Las montañas y el agua a su alrededor, inspira a pensar en que hay algo que también está a su nivel, que no está solo y por tanto, es inevitable concluir que no es el único.

Ambas obras, tanto la de Cecilia, como la de Sofía (ambas mujeres creyentes), me inspiraron a pensar en una divergencia ideológica entre las pinturas que probablemente no exista, pero que hizo volar mi imaginación hasta tal punto que llegué a pensar que dos obras en lienzo expuestas en una misma sala, hechas ambas por mujeres, nacidas en un mismo continente, parlantes de un mismo idioma, pudieran estar relacionadas inversamente.


jueves, 17 de marzo de 2011

La naturaleza del emprendedor: ¿nace o se hace?

La investigación de la conducta y cultura emprendedora ha tenido como uno de sus principales elementos de estudio la búsqueda de una respuesta al interrogante sobre la naturaleza del emprendedor. Al igual que la naturaleza del hombre, la condición del emprendedor ha sido objeto de múltiples análisis que han ido añadiendo poco a poco un carácter retórico a la pregunta; ¿Sería lógico pensar que el emprendedor sea sólo un producto de condiciones hereditarias? ¿Es posible que el emprendimiento se desarrolle diariamente en relación a las capacidades de la persona?

Andy Freire, en pasión por emprender, se suma a quienes piensan que el emprendedor es una extraña mezcla entre las cualidades innatas de la persona y de aquellas que va desarrollando a través de la vida misma.

Según Freire, el emprendedor nace con ciertas características predeterminadas que rigen su actuar hacia una única meta de ser un constante motor de liderazgo y emprendimiento, pero además, también considera que el emprendedor desarrolla y potencializa esas características propias de su actuar a lo largo de su existencia y añade otras más, de tal forma que el resultado es un líder que cuenta con capacidades y talentos innatos más una serie de características que trabaja durante el transcurso de su actividad diaria.

Para algunos, en contraposición a Freire, el emprendedor es resultado del proceso evolutivo, de ciertas características genéticas y hereditarias con las que cuentan unos pocos y poco importa el trabajo de las capacidades. Otros, en cambio, piensan que la persona emprendedora es fruto del conjunto de experiencias y habilidades que desarrollan algunos durante su vida, y que aquél espíritu aguerrido, valiente y perseverante se consigue mediante la experiencia.

Para mí, no es tan extremo. El emprendedor debe surgir como un híbrido entre lo innato y lo desarrollable; el emprendedor nace y se hace.

Hasta hace no muchos años, era imposible pensar que se lograría a determinar si ciertas características genéticas podrían moldear la actitud emprendedora de una persona. Aunque el carácter intuitivo en este tema aún comprende la mayor ponderación, la ciencia de hoy permite establecer de una manera confiable, qué tanto de un comportamiento puede explicarse por condiciones genéticas.

La genética del comportamiento ha contribuido a brindar una explicación a esas actitudes innatas de la persona. El profesor Scott Shane, de la Weatherhead School of Management, indica que aproximadamente un 48% de la propensión a ser emprendedor se explica genéticamente, pero aún así, parafraseando a Shane, los genes no implican una realización; sólo son una añadidura a la probabilidad de que el evento llamado emprendimiento pueda ocurrir[1].

Una probabilidad es resultado de la ocurrencia de un evento aleatorio, es decir, un resultado que se conoce solamente hasta su realización.

¿Qué quiere decir esto? Aunque los factores genéticos logran explicar en parte una propensión o aversión al emprendimiento, hace falta algo más para completar el argumento sobre la naturaleza del emprendedor. ¿Dónde está el 52% restante? ¿Qué lo determina?

Simeon Djankov et al. (2008) realizaron un estudio para el Banco Mundial, en el que analizan empíricamente las instituciones sociales que se relacionan con los emprendedores brasileños.

Según ellos, los factores que rodean al emprendedor, su contexto familiar, social y las capacidades que desarrollan, son los principales determinantes para que un individuo sea propenso a generar emprendimiento.[2]

El estudio concluyó en que las características de la familia tienen una mayor ponderación sobre la influencia en la vocación empresarial; en cambio, el éxito como empresario depende de factores externos que muchas veces son independientes a las capacidades del emprendedor.

Y entonces, ¿quién tiene la razón? ¿cuál es la naturaleza del emprendedor? La respuesta no es simple. Hasta que genética y estadística logren probar cada una de las anteriores hipótesis, tendremos que conformarnos con algo subjetivo.

Sin embargo, la experiencia misma permite conocer el origen del emprendedor. El emprendedor nace y se hace, es el resultado de poner en marcha ciertas cualidades innatas y del continuo aprendizaje y desarrollo de capacidades.

Un emprendedor nace al demostrar desde temprana edad su inquietud, perseverancia, independencia, curiosidad y pasión; pero un emprendedor también se hace, detectando estas capacidades, potencializándolas y aprendiendo a hacer diariamente, consiguiendo así un carácter diferenciador que marcará el valor agregado del emprendedor.

¿De qué serviría un emprendedor innato que no desarrolle adecuadamente conocimientos técnicos sobre el mundo de los negocios en un escenario económico tan cambiante? Seguramente, como sucede en la mayoría de los casos, la competencia terminaría acabándolo.

De igual forma, un emprendedor que se hace, no lograría los resultados esperados sino encuentra en su interior ese espíritu soñador, persistente, positivo y de rápida adaptación al cambio. Muy probablemente, vendrían otros con mayor motivación que lograrían orientarse mejor hacia la búsqueda del éxito empresarial.

Al igual que Freire, yo creo que ser emprendedor no es en su totalidad un factor genético ni un trabajo forzoso, es la conjunción entre actitudes y aptitudes de la persona; el emprendedor debe creer que lo es, y lo debe aprender a ser. “La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan su fruto” (Arturo Graf).



[1] Born entrepreneurs, born leaders: How your genes affect your work life. Shane, Scott A. Oxford University Press. 2010.

[2] Djankov et al (2008). “What Makes an Entrepreneur?”Doing Business.